Recientemente, una persona diagnosticada hace unos años de vulvodinia me consultó por dolor en la vulva nuevamente después de unos años de normalidad. Ella misma no tenía claro que estuviera somatizando, y vino a verme para una segunda opinión.

Recientemente, una persona diagnosticada hace unos años de vulvodinia me consultó por dolor en la vulva nuevamente después de unos años de normalidad. Ella misma no tenía claro que estuviera somatizando, y vino a verme para una segunda opinión.

A raíz de este caso os comento esta publicación que data de 1999.

Primero aclaremos que somatizar se refiere a la tendencia a quejarse de síntomas físicos cuando se está sometida a un estrés psicológico.

La vestibulitis es una entidad con múltiples posibles causas, entre las que destaca la causa desconocida y que se acompaña en muchas ocasiones de una exploración absolutamente normal, pero con un hallazgo consistente, el aumento exagerado de la sensibilidad localizada en el vestíbulo de la vulva, dolor que se reproduce con la presión suave sobre la zona.

La teoría psicosomática se basó en los hallazgos de una tendencia a la somatización, detectada en muchas mujeres con vestibulitis vulvar. Los estudios encontraron que mujeres con vestibulitis se alejaban de la población normal en sus puntuaciones de timidez, somatización, y distanciamiento de otras personas. Sin embargo, estas mujeres no diferían de la población normal en términos de satisfacción con sus parejas, niveles de angustia, patología psiquiátrica o extroversión. En aquellos años la vestibulitis quedaba recogida en Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales, 4ª edición, (DSM IV).

Otros autores intentaron explicar el origen de la vestibulitis desde la falta de lubricación cuando la mujer mantenía relaciones sexuales sin deseo, el dolor vulvar crónico aparecería por irritación mecánica durante el coito.

En todos los estudios que examinaron los antecedentes psicológicos de las pacientes observaron que no existían patología psicológica grave, fobias o comportamiento hipocondríaco. Por el contrario, Meana and Binik descubrieron que las personas con vestibulitis vulvar tenían mayor miedo a las relaciones sexuales que las personas que no padecen este problema con actitudes más conservadoras hacia el sexo. Estas mujeres tenían niveles elevados de ansiedad, incluso de depresión, según resultados recogidos en cuestionarios de estudio de trastornos afectivos.

Esas pacientes tenían una dificultad considerable para expresar sus sentimientos, y los autores creen que esas anormalidades son resultado de la sensación incapacitante experimentada por mujeres con dolor crónico que, al igual que los pacientes con estrés, eran incapaces de modular o expresar sentimientos inaceptables.